
El cielo se ha tragado todo
todo lo contenible
las razones necesarias para que todo ocurra en paz
para que las distancias no se deformen
y las sensaciones logren ser únicas.
El cielo ha pescado de una punta esta nada
y se la ha llevado como jugando a las escondidas,
riéndose frente a nuestros ojos:
desaparecen los días, las horas
los relojes toman esa inutilidad honesta de los vagos
y Lucía se pierde,
las hojas de sus libros le han tapado los ojos
y raspado la frente
le ofrezco lo único que parece ofrecible para ese entonces.
Lucía desaparece.
El cielo ha estornudado monedas y angustias
parece regresar a la manera de los yo-yo
arriba y abajo
abajo y arriba.
Nos escondemos bajo el mar.
El cielo ya no está.
El cielo también desaparece.